Testimonio: Choi Jasmin
Por la gracia del Señor, me convertí a principios de este año. Por eso cuando escuché que estaba el viaje misionero tenía muchas ganas de ir. También sentía que tenía que ir porque eso es a lo que fuimos llamados a hacer evangelizar, y el viaje misionero es una oportunidad directa para hacer eso.
Con todo esto en mente fui con ganas de servir y ser parte del obrar de Dios, pero honestamente quería que obrara específicamente a través de mi. Tenía expectativas poco realistas de que Dios me iba a mandar por lo menos una persona a quien Él iba a convertir a través mío, que de la nada me iba a llenar de sabiduría e iba a poder hablar super bien a pesar de que nunca en mi vida supe expresarme muy bien con palabras. Aunque no oraba pidiendo estas cosas las tenia en mi corazón, y no estoy diciendo que Dios no puede hacer todo eso, Él todo lo puede, pero no creo que sea mi caso y eso me lo mostró claramente en este viaje.
Antes del viaje tuvimos varios obstáculos, el principal siendo el accidente de la Gangsanim el cual entristeció mucho a todo el grupo y nos desanimó porque ella y su hija, Caro, tenían cargos muy importantes. Pero por esa razón Dios nos llevó a depender más de Él y buscar su obrar en ella y también en el viaje con más fervor; por su gracia todo salió bien. Vi que Dios nos acomp ñaba en todo momento y constantemente nos mostraba su amor a través de las personas de alla. Al principio me preocupaba de cómo la gente nos iba a recibir y de cómo iba a salir todo lo que estuvimos planeando, pero al ver que todos eran tan cálidos y abiertos me di cuenta de que Dios estuvo preparando el camino y a las personas. Pude ver los frutos de
todo el esfuerzo que pusieron los grupos anteriores viendo cómo la gente nos invitaba a ministrar en sus escuelas e iglesias, y como los niños nos esperaban con ansias y nos reconocían. Fue muy lindo ver cómo Dios obró en y a través de nosotros como grupo e individualmente.
En el viaje yo no tenía cargos muy importantes pero creo que Dios me mandó más que nada para que aprenda. Me enseñó a servir con amor en medio de la constante incomodidad.
Nunca sufrí tanto el frío y nunca aprecie tanto el baño de mi casa, me hizo ver cuán privilegiada soy. También Dios me hizo salir de mi zona de comodidad y socializar. Los que me conocen saben que me cuesta bastante y me canso de estar mucho tiempo con gente. Pero este viaje no estuve sola en ningún momento, aprendí a esforzarme a pesar de estar física y socialmente cansada. Digo todo esto pero realmente disfruté y me divertí en cada momento y gracias a este viaje aprendí a hacer fuego para calentar la caldera. Pero más que nada Dios me hizo ver el porqué Él manda a la iglesia a misionar ahí. Me mostró una realidad en donde es muy común que las chicas y los niños sean abusados, donde el suicidio es la salida fácil, donde la gente está muy metida en la idolatría y adicciones y donde los pueblos no tienen buenos médicos y directamente no tienen policías. Son lugares que desesperadamente necesitan de Dios y el evangelio y Dios tuvo misericordia al mandar a la iglesia y a muchas otras personas más a misionar ahí. Creo que Dios tiene grandes planes para esos pueblos y tengo fe de que poco a poco va a ir transformándolos. Agradezco al Padre por haberme dado el honor de ser parte de Su plan en Tucumán y por haberme enseñado tantas cosas. Aunque este verano no voy a poder ir realmente me gustaría volver, pero, como un amigo siempre dice, el viaje misionero empieza ahora.
